
Donatello vuelve la mirada a la escultura clásica griega y el profeta bíblico aparece representado como si de un dios olímpico se tratara. El cuerpo de David aparece representado como el de un joven adolescente de anatomía blanda apenas desarrollada y adopta la postura clásicica del contrapposto apoyando el peso del cuerpo sobre la pierna derecha, cuya cadera sobresale recreando la curva praxiteliana. El rostro imberbe del joven David expresa serenidad y contrasta con el del vencido Goliat cuyo rostro barbudo de facciones marcadas y maduras contrastan con las de su oponente. Cabe destacar el rico relieve que decora el yelmo del gigante.
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