viernes, 8 de junio de 2012

Condottiero Gattamelata



Bronce (técnica de la cera perdida) sobre pedestal de mármol.
Cuenta Vasari que la Signoría de Venecia, ya famoso Donatello, le encargó un monumento en Padua: el condottiero Gattamelata. Que los ciudadanos de Padua intentaron que el escultor se quedara y tuvo varios encargos, todos elogiados, pero decidió volver a Florencia para que le volvieran a criticar, y estas críticas fueran estímulo para el estudio.
Gattamelata fue condottiero (mercenario) que sirvió a varias ciudades estados italianas. La Signoría de Venecia le erige esta obra tras sus enfrentamientos victoriosos contra sus enemigos, los Visconti de Milán. Gattamelata llegaría a ser dictador de Padua. Es la primera estatua en honor de un guerrero que se erige en la edad moderna, aunque no es autoexaltación como los emperadores romanos, es  la Signoría de Venecia la que hace este encargo una vez muerto Gattamelata, resalta las virtudes del militar, que con gesto austero conduce al caballo, sin violencia pero con autoridad, remarcada ésta por la posición del bastón de mando.
En la parte superior del monumento se representa al general en el momento de pasar revista a las tropas, conteniendo en su mano las riendas de un fogoso y vigoroso caballo tratado con un detallismo y realismo igual al del jinete. La montura aparece avanzando lentamente, lo que se refleja en el movimiento de sus patas, pese a lo cual el escultor cierra la línea compositiva de las patas del caballo colocando una bola en la pata delantera que estaba en el aire. La cabeza ligeramente ladeada o las crines de la cola recogidas, dotan a la composición de un efecto pausado, sereno y más o menos cerrado, como es de esperar en un estilo que como el Renacimiento aspira a reproducir los principios estéticos del mundo clásico. El  rostro del jinete muestra la dignidad del retrato romano, desafiante, adusto y enérgico. El movimiento y la tensión contenidos en la escultura dominan en la composición, como si en todo el conjunto se quisiera mostrar una mezcla entre la dignidad antigua y un cierto sentido de control, de alguien que supo manejar las riendas de diversas situaciones y guiar firmemente su destino.

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